Jack Kelly llegó a las pantallas para pedir justicia el 10 de Abril de 1992 a través de inspiradoras canciones que llamaban a la unión y a la resistencia de los niños repartidores de periódico de Nueva York. 

Pulitzer y Hearst, los gigantes de las noticias se negaban a disminuir sus ingresos, que se habían incrementado gracias a (o por culpa de) la guerra Hispano-Estadounidense. Para compensar las posibles pérdidas, aumentaron los precios, no de venta, sino de distribución, y poco a poco las ya mínimas ganancias de los niños se redujeron todavía más. 

La primera manifestación de los Newsies llamó la atención de un periodista de la Gran Manzana que asumió la cruzada de los niños como propia desde su puesto en el periódico The Sun. 

A pesar de ser victimas de la violencia de los matones contratados por los dueños de los periódicos, de perder a algunos de sus miembros a la presión del hambre, la mayoría de los niños permanece unida, y cuando las ventas de los journals empiezan a bajar dramáticamente, no queda más remedio que oír y negociar con los Newsies.

La huelga, que duró dos semanas, tuvo como consecuencia una mejora en las condiciones de vida de los niños, no suficientes para los estándares mínimos de una vida digna como lo entendemos hoy en día.